1. Breve reseña biográfica.
Richard Avedon nació en el seno de una familia judeo-rusa residente en la Ciudad de Nueva York en el año 1923. Su madre, aficionada a la fotografía, la practicaba y coleccionaba, Su padre era el dueño de una tienda en la Fifth Avenue, motivo por el cual entró en contacto con lo femenino, sus inquietudes, sus gustos y sus gestos. Así, conecta con el mundo del estilo y la moda. Las mujeres más cercanas de su familia, fueron sus primeras modelos fotográficas. En su casa abundaban revistas como Vogue, Vanity Fair y Harper’s Bazaar. Avedon guardaba un archivo con sus imágenes favoritas, tenía en su cuarto multitud de fotografías de moda hechas por Martín Munkacsi [1]. Ya en las fotografías que realizaban en familia, se observa que estaban totalmente elaboradas de manera que no mostraban cómo eran, sino cómo aspiraban ser.
En 1935, Avedon se unió a la Young Men's Hebrew Association YMHA Camera Club. Estudió en la DeWitt Clinton High School donde fue ganador de un certamen de poesía; y también editor de la revista escolar Magpie. Más tarde cursó un par de años de Filosofía en la Columbia University (1941-42). Cuando abandonó los estudios universitarios, se enroló en la marina mercante, donde armado con una cámara Rolleiflex que le había regalado su padre, realizó más de cien mil retratos para la identificación de todo el personal. Todas estas experiencias iniciales, le llevaron a tener un completo dominio técnico.
Cuando terminó la guerra, comenzó a realizar fotografía de moda para el almacén neoyorkino Bonwit Teller. Donde tras un año ya contaba con material más que suficiente para armar un portfolio. Entonces se matriculó en el Laboratorio de Diseño en la New School for Social Research donde estudió con Alex Brodovitch y Diane Arbus [2] entre otros. Gracias a Brodovitch, director de arte en Harper’s Bazaar, Avedon empezó a publicar en dicho medio.
En el año 1946, Avedon estableció su estudio fotográfico personal y viajó por primera vez a París. Una ciudad aún devastada tras el conflicto de la II Guerra Mundial, y en la que la industria de la costura estaba en reconstrucción. Los fotógrafos de moda retomaban el trabajo insistiendo en el estilo Art Decó hierático de los años anteriores al conflicto bélico. Sin embargo, la propuesta de Avedon rompió con este canon tradicional, abriendo paso a otro modo de entender la fotografía de moda, marcando un estilo personal que hoy día, sigue inspirando a muchos fotógrafos de todo el mundo.
Richard Avedon (1923-2004)
Por su aportación al retrato fotográfico, planteando un nuevo canon; y por la íntima relación que unos de sus trabajos tiene con el proyecto que proponemos, vamos a analizar de una manera clara y concisa, el trabajo desarrollado por nuestro principal referente internacional, Richard Avedon.
Alex Brodovitch y Richard Avedon.
El estilo de Avedon en sus fotografías de moda, resultaba inédito: trabajaba con modelos elegantes y estilizadas, con la gracia de bailarinas de ballet además de expresivas y simpáticas; generando imágenes frescas, novedosas y divertidas. Eran una combinación inusual de fotos construidas con un aire de espontaneidad nunca visto en el género. No se perciben como poses forzadas, pero la imagen estaba totalmente calculada.
Lee Miller. Medium price fashion. Londres, 1940. Así era la fotografía de moda antes de Richard Avedon.
Richard Avedon. Renée, el nuevo rostro de Dior. Plaza de la Concordia. Agosto de 1947.
Richard Avedon. Elise Daniel con actores callejeros. Vestido por Balenciaga. Le Marais, París. 1948.
En la imagen de la derecha, mostramos la fotografía que provocó una revolución total, cuando Avedon captó a una elegantísima Dorothy Horan (alias Dovima) con vestido de Dior acompañada de elefantes. Llama la atención el contraste entre la piel rugosa de los estos animales, con la finura y elegancia de la modelo.
Avedon no solo incorporó el movimiento, las sensaciones y emociones al género, sino que también confirió a las modelos una identidad. En aquella época, las modelos no eran más que maniquíes animados, anónimos; pero Avedon las convirtió en personas con nombre y apellido. Sin este fenómeno, no entenderíamos igual el concepto de Top Model.
En 1950 trabaja para las revistas Look y Life. En 1957 se estrenó Funny Face (Stanley Donovan, Paramount Pictures), film protagonizado por Fred Astaire y Audrey Hepburn cuyo guión estaba basado en la vida de Avedon. Y un año después, fue incluido por la Popular Photography Magazine uno de los diez mejores fotógrafos del mundo.
En 1966 trabajó como fotógrafo staff de la revista Vogue. Ya en el año 1970 viajó a Hanoi (Vietnam) en pro de sus ideales antibélicos. En 1970, publica en un número especial de la Rolling Stone Magazine, “The Family”, donde retrata a diferentes personalidades de la élite política estadounidense. En el 1978, se celebra en el MoMA de NY una retrospectiva sobre Richard Avedon.
Richard Avedon. Dovima con elefantes. Vestido por Dior. Circo D’Hiver. Paris. 1955.
Es en 1979, cuando inicia uno de sus más famosos proyectos, que desarrollará como explicaremos en el siguiente punto, hasta 1985 con una exposición en Amon Carter Museum en Fort Worth, Texas. Año desde el que trabaja para la publicación francesa Egoïste hasta el 1992.
En el 1991, recibe el premio de fotografía Hasselblad. En 1992 trabajó como el primer fotógrafo staff en The New Yorker. Y es en 1993 cuando publica Avedon: An Autobiography.
De 1994 a 1995, celebra una exposición retrospectiva, Evidence 1944-1994, en el Whitney Museum of America Art (NY).
En el año 2000 recibe el premio de Fotografía de Berlín. Y en 2002 celebra la exposición Richard Avedon Portraits en el Metropolitan Museum of Art.
En el año 2004, Richard Avedon murió el 1 de Octubre en Texas, a consecuencia de una hemorragia cerebral.
2. Proyecto de retrato fotográfico: In the American West.
Como hemos señalado anteriormente, el trabajo que Richard Avedon desarrolló sobre el Oeste Americano, es un inmejorable ejemplo a través del cual, tomar referencias y recursos a la hora de abordar los retratos que realizaremos sobre la comunidad de Cúllar Vega y la de Almanjáyar. Ya que se entiende que coinciden en el eje o en el argumento, por el que se trata de construir el retrato de un lugar, a través de los retratos de sus pobladores.
Gracias la publicación de Laura Wilson, Avedon at Work In the American West, tenemos una genial aportación a la Historia y Teoría de la Fotografía, además por parte de una fotógrafa, sobre cómo se produce y desarrolla un proyecto de la envergadura del que analizamos. Su gran trabajo de documentación acoge numerosas fotografías de Avedon realizadas por ella, comentadas por ellos mismos; cartas de algunos sujetos a los que fotografiaron, etc. Gracias a este instrumento, podemos ver a Avedon trabajando, seleccionando, observando caras y torsos y finalmente disparando. Lo que nos da la posibilidad de conocer su proceso creativo, métodos de trabajo e incluso sus experimentos y fracasos. En los ejemplos de las fotografías que mostraremos, se observará cómo la técnica se pone al servicio del instinto.
Ruedi Hofmann .Laura Wilson y RIchard Avedon.
El proyecto de In the American West se llevó a cabo a lo largo de seis años. Laura Wilson viajó con él, lo ayudó a encontrar sujetos, y también a resolver la manera tan compleja de aproximarse a éstos y persuadirlos para ser fotografiados. Durante todo el proceso, 752 personas fueron fotografiadas, y 123 de los retratos fueron seleccionados por el propio Avedon para la exposición final. Se copiaron a tamaño natural y se exhibieron en el Amon Carter Museum en Fort Worth, Texas, en 1985.
Estos retratos constituían una ruptura radical con la antigua tradición de la fotografía sobre Oeste, basada en la mayoría de los casos en espectaculares paisajes despoblados. Avedon al fotografiar a los sujetos contra el fondo completamente blanco, de golpe elimina el paisaje, sin embargo revela su poder y presencia, en los rostros y figuras de las personas fotografiadas. Los antecedentes que existen, de retratos sin paisaje, son del estilo más tradicional del arte del Oeste, como el caso de George Catlin y Karl Bodmer [3], cuyos trabajos se hicieron eco en las fotografías de Avedon.
Cuando se inició este proyecto, en 1979, Avedon tenía 55 años, y podemos decir que estaba en el punto álgido de su carrera, ya que pasó su vida retratando a (Eisenhower, Kennedy, Ford, Carter), escritores como Samuel Beckett, músicos como Bob Dylan, etc. Excepto para algunos trabajos concretos, la mayoría de su vida profesional transcurre en un radio de varias manzanas en torno a su estudio en la Upper East Side of New York City. Pero solo un mes después de la inauguración de su retrospectiva en el Metropolitan, empezaría a considerar un nuevo proyecto que lo trasladaría a lo largo del Oeste Americano.
Richard Avedon. Samuel Beckett, escritor. París. Abril 13, 1979.
Richard Avedon. George Bush, director de la CIA. Langley (Virginia). 2 de marzo, 1976.
Aunque trabajó en el Sur durante los movimientos sociales sobre los derechos civiles, y en Vietnam durante el movimiento antiguerra, sabía que su retrato de América estaba incompleto, y que para ampliar este retrato, tenía que mirar a un segmento completamente diferente de la sociedad. Ya que la fuerza esencial oculta de la nación, no venía de los personajes famosos, célebres y acomodados de ambas costas, sino del interior del país, de las personas anónimas y menos celebradas que desarrollaban los trabajos más duros.
Todo empezó con una llamada del director del Amon Carter Museum en Fort Worth, Mitch Wilder, quien financiaría el proyecto. Nunca antes un museo había financiado un proyecto artístico para ser expuesto seis años después. Al principio se iba a enfocar solamente hacia las mujeres del Oeste, pero Avedon sugirió que por qué no incluir también a los hombres. La intención final no era glorificar el Oeste, ni siquiera podía garantizar lo que encontraría, pero resultaba interesante la idea de una nueva perspectiva sobre el Oeste.
De este modo, como antes señalábamos, Laura Wilson lo acompañaría como soporte para investigar algunas posibilidades fotográficas, así como para realizar un registro del desarrollo de este proyecto, que terminaría siendo la más importante serie de retratos en time-line.
Hay que reconocer que Avedon tenía una aguda habilidad para conectar; conocía intuitivamente la naturaleza de una persona.
Antes de comenzar con el grueso del proyecto, se propuso un test previo a modo de ensayo en Marzo de 1979: Aprovechando que en la localidad de Sweetwater, Texas, se celebraba un evento de caza de serpientes de cascabel, donde asistían granjeros y rancheros, empleados de ferrocarril, niños, etc.; Avedon y Wilson buscaron entre la multitud congregada, gente a la que fotografiar. Les acompañaban dos asistentes de cámara, que colocaron en un lateral del Coliseum, donde había sombra, un formato de papel blanco de 274 x 365 cm, a donde transportaron la pesada cámara Deardorf sobre un trípode; cámara similar a las cámaras usadas por los fotógrafos de un siglo atrás. Usando como negativo, grandes placas fotográficas de 8 x10” (20,30 x 25,40 cm aprox.) [4], con las que se obtiene un negativo que produce una imagen con una nitidez insuperable, y una vez copiado a papel, ofrece un detalle excepcional. Con esta cámara no se mira a través de un visor, para enfocar hay que situarse bajo la tela negra, donde observamos la imagen proyectada sobre el cristal del respaldo de manera invertida (como veíamos que ocurría en la cámara oscura).
Laura Wilson. Sesión de retrato de Avedon para su proyecto In the American West, 1979.
La manera de trabajar de Avedon, requiere bastante trabajo manual y físico: Un asistente carga las placas fotográficas y el otro revisa la apertura o igualmente hace sombra sobre la lente; y a pesar de esto, sorprendentemente trabajaba de manera ágil y veloz. Usaba la grande e incómoda Deardorf como si se tratara de una 35 mm. Su sentido de urgencia, hacía que se generase cierta tensión en las sesiones de retrato.
No había nada casual en el proceso. Observando esta forma de trabajar, la misma Laura Wilson comenta que supo que Avedon sabía que existe un tiempo óptimo con el sujeto, después del cual, la atención se desvanece [5].
Esto nos puede sugerir que debemos observar cada mínimo cambio del estado de ánimo, convertir la sesión de retrato en una colaboración fotógrafo-sujeto. El fondo de papel blanco servía para aislar al sujeto del entorno, ya que como Avedon afirmaba:
“Quería que la emoción de la persona se presentase sobre el blanco, para ser vivida y estar sola, sin la distracción del paisaje” [6].
De este modo, experimentó con la forma de la persona, los gestos y la expresión. Como principales coordenadas en sus retratos fotográficos.
Fotografiaba en la sombra, con la luz natural disponible, evitando las sombras duras y las luces altas que tienden a dominar en el rostro. No usaba flashes porque entendía que daban un look artificial, más bien exploró la belleza de las luces a la sombra. Esto permitía que la emoción se presentara sin dirigir la atención a ciertas características del rostro, a través de las luces y las sombras que las pudieran destacar. Trabajaba al aire libre generalmente, sobre todo en los meses más cálidos, ya que los sujetos también estaban menos cubiertos de ropa.
A priori, hay una idea preconcebida del Oeste Americano, a consecuencia de la desinformación. Hasta que se publicó este proyecto, la imagen del Oeste era la del país de Marlboro, cuando en realidad esa correspondencia solo describe a una pequeña parte. Y aunque Avedon era uno de los fotógrafos del extremo Este, con su trabajo demuestra cuánto llegó a profundizar en aquellas gentes.
Buscó hombres y mujeres dedicados a los trabajos más duros, la gente que normalmente es ignorada. Durante seis veranos seguidos, desde 1979 a 1984, viajaron en un suburbano cargando con el equipo fotográfico. Llegaban a estar en carretera de una semana a un mes de seguido. Cruzaron las grandes llanuras y los Estados de las Montañas Rocosas, desde el centro de Texas hasta Sierra Nevada, desde el Río Grande a la frontera con Canadá. En lugares como Hobbs, New Mexico, Hardin, Montana, gente que nunca había oído hablar de Richard Avedon. Por lo que para poder realizar muchos de sus retratos, tuvo que recurrir a cartas de presentación y mucha persuasión.
Laura planeaba cada viaje para anticiparse a eventos donde encontraran un gran número de personas congregadas, donde buscaban entre la multitud, a la persona que Avedon le interesaba. A menudo, encontraban a los sujetos gracias al azar, como cuando mientras viajaban por la Interestatal 40, en Oklahoma, observaron a un vagabundo andando por el arcén; o a partir de una conversación con un policía en un salón de tatuajes en San Antonio. Lo que Avedon veía en estos sujetos, dista mucho de la visión mítica del Oeste Americano de John Ford.
En todo el proyecto siguió el planteamiento temático que aplicó en su primer viaje a Sweetwater, “buscando una nueva definición del retrato fotográfico. Personas que son sorprendentes –desgarradoras- o hermosas de una manera aterradora. Belleza que puede asustarte hasta la muerte, hasta que la reconoces como parte de ti mismo” [7]. Gente dedicada al duro trabajo físico sobre el que la mayoría del país dependía. Adolescentes demasiado jóvenes asumían responsabilidades demasiado grandes. En sus rostros se veía el resultado de un estilo de vida en el aislamiento de un paisaje implacable.
Uno de los modos con los que pensaba dónde y a quién fotografiar, era yendo a conocer a las personas en el entorno donde trabajaban.
El 15 de Junio de 1979, visitaron una vieja fábrica de yeso, construida medio siglo antes, en Sweetwater, Texas. Allí encontraron a Jimmy López, quien llevaba desde las 7:00 h de la mañana cargando pesados sacos de yeso en el camión que los distribuía a todo el Estado. El aire dentro de la planta era blanco como el polvo de yeso y el ruido de las máquinas resultaba ensordecedor. Se podía observar una multitud de hombres trabajando en todo al proceso de extracción y embalaje del yeso. Entonces Avedon se acercó a Jimmy y le preguntó si podía retratarlo, y esté dio su permiso. Se fueron al exterior, donde había una gran luminosidad y reflejos en las chapas metálicas de los edificios.
Richard Avedon. Boyd Fortin, 13 años, deshollador de serpientes de cascabel. Sweetwater (Texas). 10 de Marzo, 1979.
A pesar de su dura jornada de ocho horas, Jimmy se mostró concentrado y con disciplina, cerró sus puños y trató de no moverse para quedar enfocado. Fue al final de la sesión, cuando Jimmy confesó que tuvo que hacer grandes esfuerzos por mantener los ojos abiertos frente al fuerte destello del Sol [8].
Laura Wilson. Set fotográfico para Jimmy López.
Richard Avedon. Jimmy López, minero de yeso, Sweetwater, Texas, 15 de Junio 15 de 1979.
El principio del proyecto coincidió con un boom del petróleo en el Oeste. Se dirigían a la plataforma petrolífera de Yukon, Oklahoma; el 16 de Junio de 1980, cuando se encontraron con un vagabundo caminando por la carretera, Bill Curry, al que le preguntaron si podían fotografiarlo, entonces se subió al coche hasta que pararon en un café. Allí prepararon el fondo blanco. Mientras realizaban la sesión de retrato, pudieron obtener alguna información sobre quién era este sujeto: no pasaba demasiado tiempo en el mismo lugar, y se estaba moviendo continuamente; dormía en el suelo, donde escuchaba el sonido de la hierba. Nunca estaba completamente dormido, guardando siempre un cuchillo para protegerse [9].
Laura Wilson. Set fotográfico en el café.
Richard Avedon. Bill Curry. Vagabundo, Yukon, Oklahoma, 16 de Junio de 1980.
Se puede observar en una de las fotografías que realizó Laura W., que a menudo Avedon adopta de manera inconsciente, la postura del sujeto; sin duda una de las vías por la que conectaban. De esta manera evitaba tener que dar indicaciones específicas. El asistente dirige la luz reflejada a las sombras del sujeto, a través de una superficie blanca de un panel mate.
En la primavera de 1980, en Semana Santa, se dirigieron a Las Vegas de Nuevo Méjico, un lugar totalmente opuesto en todos los sentidos a Las Vegas de Nevada. La comunidad de Nuevo Méjico era el centro de ranchos y granjas de las tierras más secas, y aún estaban presentes las consecuencias de la depresión de los años 30. Fueron a fotografiar pacientes del Hospital Mental Estatal, fundado en la década de los 40.
A mediodía comenzaron a entrar los pacientes a recoger su bandeja de comida, ayudados por el personal del hospital. Cuando de repente entró Rochelle Justin. Daba tres pasos, paraba, daba otros tres pasos, paraba,… y nadie interfería con ella, pero en este desplazamiento gastaba bastante tiempo de su almuerzo. Avedon preguntó si podría tomar una foto de ella. Para el retrato llevaba un rosario alrededor del cuello. Tras la sesión, se sentaron a hablar con ella tranquilamente, y tomaron algunas Polaroids para regalárselas. Cuando las vio, dijo sobre una de las fotos (distorsionada y borrosa por el autofocus), que era la mejor de todas.
Richard Avedon. Rochelle Justin, instantánea Polaroid, 1980.
A lo largo del camino que cruzaron a través del Oeste, podían observar desde la carretera, algunos símbolos de orgullo local, como la primera inicial del nombre de cada pueblo, en tamaño gigante, situadas en las laderas de las colinas, en la entrada de cada localidad, lo que de algún modo muestra la importancia un signo de identidad grupal para estos habitantes.
Richard Avedon. Rochelle Justin, paciente de un hospital mental, Las Vegas, Nuevo Mexico, 1 de Abril de 1980.
Un lunes 5 de Junio de 1980, se dirigían al Norte por la mañana temprano. Pararon en San Antonio, Texas, y a esa hora no había a penas actividad. Entraron en un salón de tatuajes, donde pudieron fotografiar al propietario, agradecido de tener compañía y hablar sobre su oficio. Entró un policía que escuchando la conversación que mantenían, les sugirió que si querían ver grandes e impresionantes tatuajes, fueran al Centro Penitenciario del Condado de Bexar, así que cogieron el consejo y se dirigieron a dicho Centro. Pasaron gran parte de la mañana gestionando con varios administradores los permisos para fotografiar a algunos prisioneros. Finalmente el oficial a cargo estuvo de acuerdo en llevarlo de celda en celda. A través de los barrotes, Avedon explicaba a los presos lo que buscaba en sus retratos, y éstos le contaban cómo eran sus tatuajes. Les contaron que se tatuaban los unos a los otros con agujas de coser y frotando sobre la herida con tinta de rotuladores. La mayoría de ellos eran mexicanos, y les encantaban los tatuajes con temas religiosos como: La Virgen de Guadalupe, coronas de espinas, rosas, el rostro triste de Cristo, etc.[10]
El alcaide arregló todo para que los asistentes de Avedon, instalaran el set en una de las terrazas del tejado de la cárcel. Dos prisioneros eran de la misma altura y ambos poseían numerosos tatuajes en sus torsos. Para Avedon parecían gemelos que nunca se habían conocido el uno al otro. Entonces intuyó que podría realizar un potente díptico. Si se dirigía a los sujetos para algo, era para decirle poco más que: no sonría.
Richard Avedon. Jesús Cervantes y Manuel Heredia, prisioneros, Centro Penitenciario del Condado de Bexar, San Antonio, Texas, 5 de Junio de 1980.
El modo en que se acercaban a las personas para lograr que les permitieran retratarlas, consistía normalmente en que Laura Wilson hablaba con las que Avedon estaba interesado, ya que entendían que para una mujer sería más fácil convencer tanto a mujeres como a hombres. Aunque una mañana, desayunando en un café de Provo, Utah; vieron a un hombre sentado cerca de ellos, demacrado, mugriento y totalmente ido. Tenía un rostro anguloso y huesudo. Avedon le pidió a Wilson que hablara con él. El hombre parecía estar en su propio mundo, completamente separado de la realidad. Laura fue incapaz de encontrar el modo de explicarle quiénes eran y por qué querían fotografiarlo, así que fue Richard el que se le acercó y se presentó, algo que le agradó a este inquietante personaje. Su nombre era Richard Garber, parte de la historia que les contó, es que había intentado suicidarse; que venía del Sur a buscar trabajo en Utah; que se había quedado sin gasolina y su coche fue confiscado por la
policía, y que no tenía dinero para recuperarlo. Había cruzado las montañas permaneciendo absolutamente solo durante un mes, sin comida, esperando a morir. Todo lo que pensaba era en Big Macs, patatas fritas y sandía. Avedon le preguntó qué fue lo que más le gustó de las montañas, a lo que éste respondió: su soledad [11]. Garber había perdido su empleo como ayudante de camarero hacía unos meses. Frente a la cámara se mostraba crudo, no había pose, era como si la cámara no estuviera. Esa mañana había bajado desde las montañas para telefonear a su madre, aunque se enteró que había sido ingresada en una institución metal. Tras la sesión lo llevaron al único refugio que había en el pueblo, el Centro de Rehabilitación de Alcohólicos, aunque el alcohol no era su problema. Esa misma tarde, volvieron a visitarle y lo vieron más esperanzado. Les contó que planeaba ir a otra ciudad a trabajar como camarero. Tiempo después, Avedon recibió una carta de la madre de Garber, pidiéndole si era posible, tener una foto de su hijo, ya que hacía unos meses había muerto.
La escasez de crudo en 1979, causó una subida del precio del petróleo, y las perforaciones domésticas comenzaron a ser más rentables que nunca antes. Aumentó el número tanto de personas para cubrir la mano de obra, así como la cantidad de equipamiento y maquinaria. Estas personas sufrían graves accidentes laborales en las perforaciones, debido a la frenética y fatigosa actividad.
Richard Avedon, Richard Garber, Vagabundo, Interestatal 15, Provo, Utah, 20 de Agosto de 1980.
Avedon y Wilson fueron de plataforma en plataforma, tratando de encontrar esa combinación de fuerza y vulnerabilidad que él quería para sus retratos. Antes de tomar alguna captura, explicaba su proceso de trabajo, lo que ayudaba a entender a la gente lo que pretendía. Hablaba sobre su cámara Deardorf y el porqué de usar trípode. Decía a los sujetos que debían permanecer inmóviles, ya que con la cámara que usaba, el enfoque era tan selectivo que los ojos del sujeto pueden estar enfocados y las orejas no.
Laura Wilson. Set fotográfico junto a una perforación petrolífera en Oklahoma.
Avedon estaba junto a la cámara, con el cable disparador en la mano. Un asistente sujetaba una lámina rígida para hacer sombra sobre la lente, mientras un segundo asistente cargaba una hoja de película. Ante la escena, se reunían parte del personal de las plataformas entre chistes y bromas. Con la gente mirando, en los primeros momentos de la sesión, era siempre difícil concentrarse para hacer un buen retrato. Sin embargo, los espectadores eran conscientes de la seriedad del trabajo y en ocasiones incluso ayudaban en el proceso. Al final del día, muchas veces la gente les invitaba a sus casas o les enseñaban lugares o personas que pensaban que podrían ser particularmente interesantes.
A continuación, mostramos el ejemplo de la evolución del retrato de un sujeto llamado Roberto López. Lo encontraron echado en el suelo, descansando en la sombra de su furgoneta. Un día 28 de Septiembre de 1980 muy caluroso. En aquella época en pleno boom del petróleo se trabajaban las 24 horas del día, los siente días de la semana. Los hombres cualificados escaseaban y personas como Roberto tenían jornadas de 48 horas seguidas. Estaba exhausto. Cuando se acercó a preguntarle si podía hacer un retrato de él, inicialmente se mostró tímido y vacilante, pero su amigo sentado al lado, con el torso al descubierto, estaba ansioso por ser fotografiado; así que Avedon empezó con su amigo, aunque realmente no estaba interesado en fotografiarlo. Su idea era dar confianza a López, dejándolo relajarse al ver a su amigo frente a la cámara. Después de un momento invitó a López a entrar en el encuadre indicándole dónde situarse, y era obvio al tener a los dos hombres frente a la cámara, quién tenía el rostro más sutil y expresivo. Así que indicó al amigo que
Laura Wilson. Set fotográfico con Roberto López y su compañero.
saliera del encuadre, quedando solo Roberto López, mirando directamente a la cámara [12]. Avedon no daba instrucciones, es decir, no dirigía al sujeto, sino que esperaba. Esperaba ese momento en que las personas se revelan, y hay que estar preparado, y reconocer ese instante cuando lo ves.
Richard Avedon. Roberto López, trabajador de plataforma petrolífera, Lyons, Texas, 28 de Septiembre de 1980.
Durante el transcurso de los años en los que se desarrolló el proyecto In the American West, estando una tarde Avedon en casa de Laura Wilson, uno de los hijos de ésta llegó contando emocionado que un apicultor había visitado su clase en el colegio; con abejas vivas que se posaban en su barba. Lo que inmediatamente le hizo pensar a Avedon, cómo luciría un
hombre cubierto de abejas. Y comenzó a idear cómo lograr capturar un retrato así. Preguntando primero a los responsables del colegio del hijo de Wilson, que le sugirieron que pusiera un anuncio en la prensa local. Así que a través de la prensa local, invitaban a algún apicultor dispuesto a enviar fotografías instantáneas de su cuerpo cubierto de abejas; con lo que en los días posteriores se recibieron más de cuarenta fotografías. Entonces recibieron una polaroid de un hombre con un rostro extraordinario, con la que envió la siguiente nota: “Probablemente no luzco bien para lo que quiere, pero me gustaría hacerlo” firmado por Ronald Fischer [13]. Así que se prepararon para ir a Solano County, California, donde un entomólogo de la Universidad de California en Davis les ayudaría con la fotografía. Éste se trajo 120 000 abejas al set fotográfico, y comenzaron a fotografiar por la mañana muy temprano, para que las abejas no estuvieran demasiado activas.
Laura Wilson. Set fotográfico para Ronald Fischer.
Richard Avedon. Boceto para retrato de apicultor.
Usaron una tabla blanco mate para dirigir la luz suave al rostro de Fischer. El entomólogo aplicó sobre el cuerpo del sujeto un fluido con feromonas que contenía el olor de la reina de las abejas, para impedir que le picaran. Cientos de abejas posadas y revoloteando por el torso descubierto de Ronald, sus brazos y cabeza, mientras el entomólogo mantenía sus ojos y sus labios despejados.
Una cierta calma se apoderó tanto del fotógrafo como del sujeto. En silencio, sin apenas una palabra, Avedon trabajó para aumentar la calidad surrealista del retrato. Fischer percibía lo que se requería de él sin llegar a comprender todo lo que Avedon pretendía. Durante el período de dos días, Ronald Fischer fue fotografiado en tres sesiones, con 212 hojas de película.
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Richard Avedon. Dos tomas diferentes de Ronald Fischer.
Aunque todas estas fotografías parecen que retratan un momento que acaba de ocurrir, queda claro que son trabajos de un estudio de la imaginación. Este es un claro ejemplo de cómo imaginar un retrato y luego realizarlo. En palabras de Avedon, podemos ver como ejemplo, lo decisivo que puede ser un gesto o expresión del sujeto:
“En la fotografía de la izquierda siente dolor por las picaduras, y como un mártir cristiano, acepta el sufrimiento. En la imagen de la derecha, se elimina a sí mismo en un camino budista, es ajeno a las picaduras. Este es el poder de esta imagen para mí. Me habla directamente de lo que entiendo sobre cómo soportar o cómo prevalecer” [14].
Richard Avedon. Ronald Fischer, apicultor, Davis, California, 9 de Mayo de 1981.
Avedon estaba ansioso por ver los resultados de la sesión después de dos o tres días de disparos, así que envió las películas a su estudio en Nueva York. Sus asistentes las procesarían y enviarían los contactos de vuelta para que Avedon los revisara. Para algunos retratos particularmente importantes, después de que los contactos fueran editados y luego revisados por el artista, su equipo de asistentes enviaban copias ampliadas a gran tamaño, 16 x 20” (40,64 x 50,80 cm).
Durante el transcurso del proyecto In the American West, Avedon llevó a cabo algunos experimentos que ofrecían diferencias significativas con la línea de trabajo que venía desarrollando. Experimentó con películas en color y luces estroboscópicas [15]. Intentó incluir paisaje y animales. En Oklahoma por ejemplo, fotografió a trabajadores de las plataformas petrolíferas junto a un tráiler en horizonte abierto. Anteriormente había incluido paisaje en algunos de sus trabajos, aunque siempre pensó que era terreno para otros. Para Avedon el paisaje no servía para sus intenciones, ya que era una distracción. Prefería mostrar los efectos de la tierra en una persona, más que el medio ambiente o el trabajo por sí mismo. No tenía mucha fortuna con los animales tampoco. Fotografió por ejemplo, un cabestro atropellado por un camión, camino de Arizona. Fotografió el cadáver de un alce, etc. Estos experimentos fueron entendidos como fallidos, aunque ayudaron a clarificar su propia definición de retrato. Como el mismo Avedon dijo: “Cuando observas un error en un intento, también puedes ver la promesa de qué podría funcionar o ir bien” [16]. Finalmente incluyó en la exposición final, el díptico de las cabezas de ganado muerto, por su forma humana en descomposición; de la que explica:
“He tratado toda mi vida con las superficies, pero nunca debajo de la piel, con la sangre y los huesos. Trataba de resolver problemas del antropomorfismo, fusionándolos con referencias bíblicas obvias: corderos sacrificados y la importancia del número tres. Con estas tres formas yo estaba pensando en tres personas en una relación. Uno siempre se queda fuera. El aislamiento de uno cuando dos se aferran juntos” [17]
Richard Avedon. Obejas, matadero de Ennis, Montana, 30 de Junio de 1983.
Aprovechaban los largos momentos que pasaban conduciendo, para ir revisando los contactos de los retratos que iba realizando, y que sus asistentes le enviaban allá donde estuviera. Pensaba en la exposición final y revisaba la expresión de las caras. Para la edición, ampliación y copia a papel, seleccionaba las imágenes a partir de copias de 16 x 20” (40,64 x 50,80 cm). Avedon rechazaba las que no ofrecían el aspecto que quería definir e indicaba los tiempos correctos de exposición por zonas, para otorgar la expresión que buscaba. Para la exposición final, la mayoría de las fotos se ampliaron a papel de 56 x 45” (142,24 x 114,30 cm) y diez de los retratos a 78 x 64” (198,12 x 162,56 cm).
Indicaciones de Avedon con los tiempos correctos de exposición por zonas.
La búsqueda a través del Oeste Americano, de sujetos que pudieran definir la esencia de ese lugar; les llevó a lo largo de 17 Estados y 189 pueblos, lugares de los que jamás habían oído hablar, donde en cada uno, debían de adaptar la manera en que buscarían a los sujetos que les interesaban, en todo este proceso llegaron a usar 17 000 hojas de película.
De esta manera hemos señalado algunos ejemplos de cómo se desarrollaron algunas de estas sesiones, de las que podemos extraer numerosos recursos para abordar nuestras sesiones fotográficas de retrato, y en este caso en particular, para tratar de definir el retrato de un lugar, a través de los retratos de los sujetos que lo habitan.
Sobre la relación fotógrafo-sujeto Avedon explica:
“Un fotógrafo retratista depende de otra persona para completar su fotografía. El sujeto imaginado que en cierto sentido soy yo mismo, debe ser descubierto en otra persona dispuesta a participar en una ficción de la que no sabe nada. […]. Su necesidad de defender su causa es probablemente tan profunda como la mía de defender la mía, pero el que tiene el control soy yo. Un retrato no es una semejanza. En el mismo instante en que una emoción o un hecho se convierten en una fotografía deja de ser un hecho para pasar a ser una opinión. En una fotografía no existe la imprecisión. Todas las fotografías son precisas. Ninguna de ellas es la verdad [18]”.
In the American West fue completado en 1985. Se celebró una exposición, con la selección de 123 retratos de los 725 sujetos fotografiados, en el Museo Amon Carter en Fort Worth [19], Texas. La visión particular que Avedon propuso sobre el Oeste Americano fue un shock. ¿Dónde estaban los paisajes del Oeste, los nativos con sus plumas? Muchos museos de Nueva York criticaron este trabajo, llegando a decir cosas como John Szarkowski (Comisario del área de Fotografía del Museo de Arte Moderno de NY en ese momento): “El Oeste de Avedon, no es el Oeste que yo conozco” [20]. Avedon puso como título a su proyecto “In the American West” (En el Oeste Americano), no “The American West” (El Oeste Americano), matiz que cambia totalmente la lectura; como él mismo defendió, éstos retratos nunca quisieron ser una selección de indios y vaqueros, sino que quiso darle la palabra a personas sin voz. Él quería descubrir qué tenían todos ellos en común. Estaba interesado en las conexiones entre personas y sus similitudes inesperadas. Paradoja, ironía, contradicción: todo eso le interesaba en una fotografía [21]. Su reto fue conectar con gente con la que no estaba familiarizado. Avedon comentó que en el Oeste, trabajó con fuertes sentimientos, fotografió aquello que le horrorizaba: “el envejecimiento, la muerte y la desesperación de la vida” [22].
John Rohrbach, conservador de las fotografías en el museo dijo: “Los retratos de Avedon no solo rompen los estereotipos de los pobladores del Viejo Oeste, sino que crean un nuevo canon en la Historia de la Fotografía” [23].
Mitch Wilder, el patrocinador del proyecto, murió el 1 de Abril de 1979, de leucemia, diagnosticada seis semanas antes. Nunca llegó a ver ni una sola fotografía del proyecto In the American West.
Richard Avedon. Clarence Lippard, vagabundo. Carretera Interestatal 80, Sparks (Nevada). Agosto 29, 1983.
Richard Avedon. Debbie McClendon; trabajadora en carnaval, Thermopolis (Wyoming). Julio 29, 1981.
Richard Avedon. Billy Mudd, camionero. Alto (Texas). Mayo 7, 1981.
[1] Martín Munkàcsi (1896-1963), fotógrafo húngaro que inicialmente se especializó en deportes y que más tarde triunfó en Nueva York como fotógrafo de moda y retrato. Cuidaba especialmente la composición, mostrando gran calidad artística y técnica. En su estilo observamos recursos como marcados ángulos de encuadre, picados y contrapicados, así como la composición en diagonal. También inspiró al mismísimo Cartier-Brasson a dejar la pintura para dedicarse a la fotografía. CASTELLANO, P. (1999). "Diccionario de la fotografía". Madrid: Editorial Itsmo. Pág. 159.
[2] Diane Arbus (1923 -1971), fotógrafa destacada de moda, que también realizó interesantes proyectos de retrato donde buscaba a los sujetos entre personas con extrañas malformaciones o discapacidades. Extraído de: GROSS, FREDERICK “Diane Arbus's 1960s : Auguries of Experience” [recurso electrónico]. Minneapolis: University of Minnesota Press, 2012. Pág. iv. y Pág. 109.
[3] WILSON, LAURA. “Avedon at work in the American West”. Austin, Texas: Harry Ransom Humanities Research Centre Imprint Series, 2003. Pág. 10.
[4] Ibíd. Pág. 15.
[5] Ibíd., pág. 16.
[6] Richard Avedon en Op. Cit., pág. 16.
[7] Ibíd. Pág. 17.
[8] WILSON, LAURA en Op. Cit., pág. 35.
[9] Ibíd. Pág. 20.
[10] Ibíd. Pág. 52.
[11] Ibíd. Pág. 61.
[12] Ibíd. Pág. 35.
[13] Ibíd. Pág. 42.
[14] Ibíd. pág 47.
[15] Fuente de iluminación que emite destellos instantáneos sucesivamente, eventualmente utilizadas para realizar exposiciones múltiples de las fases del movimiento del sujeto.
[16] Richard Avedon en WILSON, LAURA. “Avedon at work in the American West”. Austin, Texas: Harry Ransom Humanities Research Centre Imprint Series, 2003. Pág. 69.
[17] Ibíd. Pág. 70.
[18] AVEDON, RICHARD; Wilson, Laura; Lütgens, Annelie. “In the American West, 1979-1984: [Catálogo de exposición]”. Diputación Provincial de Granada, 2002. Pág. 18-19.
[19] Ciudad del Nordeste de Texas donde se dice que comienza el Salvaje Oeste.
[20] John Szakowski en WILSON, LAURA. "Avedon at work in the American West". Austin, Texas: Harry Ransom Humanities Research Centre Imprint Series, 2003. Pág. 121.
[21] Richard Avedon en Op. Cit., pág. 121.
[22] Ibíd., pág. 121.
[23] John Rohrbach en Op. Cit., pág. 122.